17 de enero de 2010

El último trabajo



La sangre en la nieve es más roja
, pero tan fácil de borrar como aquellas dos gotas, aún frescas, sobre los baldosines del baño. Cogió un trozo de papel absorbente y dejó que los círculos concéntricos se fueran empapando. Este sería su último trabajo. Pulverizó un poco de agua con amoniaco, frotó el suelo frío con un nuevo trozo de papel y seguidamente tiró todo a la gran bolsa negra que llevaba consigo.

Al tiempo que echaba un vistazo final, sacó el teléfono del bolsillo y marcó el número de costumbre.

-Todo limpio.
-Bien. Calle Ancha, nº 6, hace media hora.

Miró su imagen en el espejo y se quedó en silencio durante unos segundos. Al otro lado, sólo se oía la respiración impaciente de su interlocutor.

-¿Cuerpos?- acabó preguntando.
-Uno.
-Estaré allí en 15 minutos, pero será la última vez.

Sin embargo, ya habían colgado.